Visceral


     Según defienden los estudios Thure Brandt y Staffer, existe una movilidad inducida por el descenso diafragmático resultado de la respiración costal, en la que la inspiración el diafragma baja y arrastra globalmente con él a las vísceras.


La osteopatía visceral es utilizada cuando existen restricciones de movimiento en una víscera, impidiendo así su movilidad armónica con el resto de vísceras y el ritmo del diafragma. Si no hay buena movilidad, no hay buen funcionamiento.


Estas restricciones de movimiento pueden ser provocados por posturas forzadas, infecciones de las membranas viscerales, cirugías previas, traumas  (Por ejemplo la compresión de cinturón de seguridad en un accidente de coche transmite el choque a varios órganos abdominales y torácicos que causan que estos tejidos se tensen).


Cuando el órgano no puede moverse libremente, el cuerpo se adapta a costa de otras estructuras. Por ejemplo, la tensión delante del abdomen producirá que el cuerpo se doble hacia adelante para evitar estirar el área. De la misma forma, una mala mecánica de la columna vertebral, impide el correcto movimiento de los órganos al estirar demasiado sus estructuras.


Si esta situación se cronifica afecta a la correcta irrigación de la víscera y a su movilidad con lo que se está preparando el terreno para la aparición de disfunciones y enfermedad.


La Osteopatía Visceral utiliza manipulaciones que buscan restaurar la movilidad pérdida y las tensiones utilizando técnicas precisas.


En la manipulación visceral se restaura el movimiento del área restringida mediante pequeños y exactos movimientos y presiones dirigidas que abren las áreas tensionadas. Consiste en  localizar tensiones anormales de los órganos y manipularlos para eliminar la falta de movimiento, posiciones anormales, etc. , permitiendo así al cuerpo, una vez logrado su estado original, recuperar la funcionalidad de sus órganos y alcanzar el equilibrio.


Con la osteopatía visceral podemos tratar con éxito hernias de hiato, dismenorreas, amenorreas, adherencias intestinales, estreñimiento crónico, reflujo gastroesfágico, aerofagia, aerocolia, retenciones linfáticas e incluso problemas de tensión arterial.